Murió Elsa, allá en el ya lejano 21 de junio del año que ahora termina. Recién ahora me entero, pero bueno, lo que verdaderamente importa es que me viene a la memoria la única vez que la vi. Fue en Amadora, cuando conocí a sus nietos Martín y Fernando y, momento inolvidable, me presentaron a Elsa. Lo que en la ocasión le dije, lo que pude decirle por entre la emoción en un balbuceo fue "es un honor". Y sí que lo fue, y sí que lo es, uno de los más grandes de mi vida.
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